Las técnicas para obtener imágenes o mapas del cerebro han alcanzado gran precisión, y gracias a ellas es más fácil detectar problemas como epilepsia, cáncer o desórdenes neuronales, sin olvidar que nos permiten conocer mejor el funcionamiento de tan importante órgano. Descubra en qué consisten estos sistemas y las más recientes innovaciones.
La evolución en el estudio del cerebro ha dado grandes saltos a partir de las últimas décadas del siglo XX, concretamente en el momento en que los avances tecnológicos lograron obtener la primera imagen de diagnóstico no invasiva (es decir, que para obtenerla no fue necesario hacer abertura alguna) del órgano rector del sistema nervioso; ello ocurrió en 1968 y, para ser francos, el gráfico era tan borroso como amplia era la esperanza de que los sistemas del futuro serían mucho más nítidos.
Y es que, en efecto, aunque en ese entonces ya era posible obtener placas con rayos X en las que se inyectaba al paciente un líquido de contraste que permitía ver a detalle las vías sanguíneas y corteza del cerebro, todavía era inconcebible la observación a detalle de regiones internas y estructuras relacionadas con alteración de movimientos y trastornos del sueño, la conducta o el aprendizaje; mucho menos era posible detectar con exactitud algún tumor y la manera en que afectaba las zonas cercanas.
Por fortuna, la carrera para obtener mapas cerebrales detallados se encuentra muy avanzada en nuestros días, y gracias a ello ha sido más fácil conocer las redes neuronales que lo conforman, determinar su funcionamiento y, por supuesto, diagnosticar diversos problemas que pueden aquejarle, como:
Tumores. Se trata de un conjunto de células que crecen anormal y desordenadamente (neoplasia), y pueden ser de origen canceroso (maligno) o no (benigno). En ocasiones destruyen el tejido cerebral o lo comprimen, ocasionando lesiones que se manifiestan con pérdida de memoria, vértigo, mareo, ceguera parcial, alteraciones de la conducta y del sueño, problemas para hablar y mala coordinación de movimientos.
Enfermedad vascular cerebral o ictus. Se trata de la interrupción parcial o total de la distribución de sangre y oxígeno a una región del cerebro, debido a la ruptura u obstrucción de las vías sanguíneas, y en muchas ocasiones desencadena la pérdida de la zona afectada (infarto cerebral). Es potencialmente mortal, y para su atención se requieren imágenes nítidas que permitan distinguir la magnitud del problema.
Mal de Alzheimer. Este padecimiento se distingue por deterioro de funciones mentales como reflexión, juicio, memoria, concentración y capacidad de aprendizaje. Los médicos recurren a la visualización del cerebro para determinar su gravedad o descartar otras posibles causas de los síntomas ya citados, como la presencia de un tumor.
Epilepsia. Trastorno caracterizado por la tendencia a sufrir convulsiones, las cuales se deben a un “corto circuito” en los impulsos eléctricos del cerebro. Los sistemas para obtener imágenes cerebrales puede poner de manifiesto la presencia de pequeñas cicatrices en la masa encefálica, mismas que son responsables del problema.
Meningitis. Es la infección de los tejidos que protegen al cerebro y médula espinal (meninges) a causa bacterias o virus. Cuando el problema persiste por mucho tiempo (meningitis crónica) se requiere observar el estado de la masa encefálica para determinar el daño que sufre o descartar que los síntomas que genera no se deban a tumoraciones.
Esclerosis múltiple. Enfermedad del sistema nervioso que se caracteriza por la destrucción de la sustancia que cubre a los nervios (mielina). Puede generar, entre otros síntomas, debilidad en extremidades, movimiento sin coordinación, pérdida de equilibrio, entumecimiento, dolor facial y visión borrosa.
Hipoxia cerebral. Es la falta de suministro de oxígeno en alguna región del cerebro, y las técnicas de mapeo, junto con otras pruebas que determinan la eficiencia del sistema circulatorio, ayudan a reconocer la causa y a discernir posibles daños.
Enfermedad de Huntington. Se trata de un padecimiento hereditario que inicia en la edad adulta y que se caracteriza por generar sacudidas ocasionales y pérdida gradual de neuronas, por lo que también hay deterioro de las funciones mentales (memoria, razonamiento).
Hidrocefalia. Es la acumulación excesiva de agua dentro del cráneo debido a la sobreproducción de líquido cerebro espinal, o bien, cuando su circulación se ve obstaculizada. La obtención de imágenes permite diagnosticar cuál es la causa exacta.
Atetosis. Son movimientos involuntarios mediante los que se generan posturas poco habituales, generalmente en manos y pies; se suelen acompañar de sacudidas rítmicas (coreas) y pueden estar asociadas a enfermedad de Sydenham (daño neuronal por complicación en el tratamiento de infecciones bacterianas en la infancia) o de Huntington.
Esquizofrenia. Enfermedad psiquiátrica en la que se alteran el comportamiento, la personalidad y los pensamientos del paciente, quien se siente perseguido y pierde la noción de la realidad. La observación de imágenes ha permitido saber que existen anormalidades estructurales, como ensanchamiento de ciertas regiones y disminución en el tamaño de otras; además se ha descubierto que el funcionamiento de algunas redes neuronales es más lento de lo normal.